El Albacete visitó Soria por primera vez en la temporada 1997-98 para jugar en el antiguo campo de Los Pajaritos. El encuentro, correspondiente a la jornada 29 del campeonato, se disputó a primeros de marzo de 1998 y desde el campo ya se podía vislumbrar el nuevo Los Pajaritos, que sería inaugurado unos meses después, en enero de 1999. A ese viejo Los Pajaritos llegó un Alba en una convulsa temporada. Por entonces ya ocupaba su banquillo el tercer entrenador de los cuatro que tuvo el equipo, que ese año se salvó de la quema en la última temporada y de aquella manera. Estaba cerca de producirse el primer ‘crack’ económico de la entidad bajo la presidencia de Agustín Argandoña.
El Numancia vivía los albores del que iba a ser su primer ascenso a Primera División, aunque esa temporada, recién llegado de la Segunda B, estaba sufriendo igual que lo hacía el Albacete. Concretamente tras la jornada anterior había sido destituido Antonio Gómez Fernández, técnico pontevedrés que había ascendido al equipo tras cogerlo en diciembre de 1996. Así las cosas, se estrenaba en el banquillo soriano un joven Paco Herrera, que había iniciado su carrera en los banquillos profesionales ascendiendo al Badajoz a Segunda, aunque a la temporada siguiente sería destituido y repescado un año después para las últimas jornadas.
El caso es que el Numancia afrontaba el partido con 28 puntos, dos por encima del descenso. El equipo soriano ocupaba la 17ª posición, mientras que el Alba estaba un poco más arriba, el 14º con 38 puntos, lejos de sus expectativas de luchar por el ascenso y todavía sería mucho peor, con un final de liga desastroso, igual que la temporada. El Alba había empezado el año con Luis Sánchez Duque, fichado a base de talonario tras su buen hacer en el Leganés (el Alba pagó traspaso por el técnico al club madrileño). Pero Sánchez Duque apenas duró 10 jornadas y se hizo cargo del equipo el entonces director deportivo, Miguel Naharro. La cosa no mejoró y tras siete jornadas dejó su sitio al que había sido el segundo técnico desde que comenzó la campaña, Javier Val, un buen entrenador de cantera que tuvo que, en cierta medida, comerse el marrón. El bueno de Val se sentó en el banquillo durante 20 jornadas y finalmente dejó su sitio para que las cinco últimas las dirigiese el que durante muchos años había sido preparador físico y coordinador de la cantera, Ginés Meléndez.
En el Numancia, el debutante Paco Herrera formó con: Núñez, Alonso, López Bravo, Murillo, Palacios, Ángel Rodríguez, Moreno, Octavio, Artigas, David Martín y Barbarín. También jugaron Rodríguez, Fernando Morán y Nando Co.
Javier Val colocó en el Albacete a Carlos Cano, Magano, Belenguer, Juanlu, Aranalde, Antonio Gómez, Josico, Toni Velamazán, Jesús Muñoz, Vulevic y Leandro. También jugaron Juan Carlos Moreno y Vanic.
El colegiado del encuentro fue Bueno Grimal, del colegio aragonés, regular tirando a mal y peor auxiliado en las bandas. Amonestó por el bando local a Murillo, Moreno, Barbarín y Palacios y por el visitante a Magano, Aranalde, Velamazán y Vanic.
El terreno de juego estaba en mal estado, muy irregular, y en las gradas había 3.000 espectadores, con una nutrida y ruidosa representación manchega.
Del partido, señalar que el Alba logró adelantarse en el marcador, especuló y lo pagó al final, volviendo a mostrar, como era la tónica de la temporada, una inquietante fragilidad defensiva. El terreno de juego estaba para poco, pero también faltaba motivación en un Albacete plano, pues las numerosas pérdidas provocadas por lo irregular del terreno no parecían afectar tanto a los jugadores del Numancia. El joven Leandro por lo menos ponía chispa y ganas. La primera media hora fue totalmente soriana, pero no tenía un delantero capaz de aprovechar todo el vendaval de juego que se veía imponente el Albacete para frenar. Y como el fútbol no entiende de merecimientos, en su primer acercamiento el Alba se llevó premio. Tras el saque de un córner y el posterior rechace, Toni Velamazán puso el balón en el punto de penalti y Leandro, de espaldas a la portería, tocó lo justo de cabeza para descolocar al guardameta Núñez y adelantar a su equipo en el minuto 34.
El gol dejó fríos a los numantinos, que intentaron reaccionar en la segunda parte. El Alba se limitó a defender la renta a base de pelotazos y tuvo el segundo en las botas de Vulevic, pero el balcánico no tuvo su día. La salida de Nando Co revolucionó al Numancia, mientras Javier Val había quitado a Leandro, su mejor referencia ofensiva, para colocar a un Juan Carlos Moreno apático y que apenas entró en juego. Al final, pasó lo que tenía que pasar, que Artigas enganchó un balón en la frontal y empató la contienda. En los 15 minutos que quedaban el Numancia puso cerco a la portería manchega y bien pudo merecerse la victoria por muchos motivos, aunque el partido acabó con un empate y esa sensación de que el Albacete lo iba a pasar muy mal en el último tercio de la temporada, como así fue.
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AFICIÓN
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