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Pasión

Por Alfredo Gálvez. Exentrenador del Albacete Basket

Recuerdo que no más de 20 minutos nos separaban del inicio del entrenamiento fijado para las 10 de la noche, cuando sonó mi teléfono, insistentemente.

La nieve nos había acompañado durante toda la jornada, convirtiendo los desplazamientos a pié o en vehículo por cualquier acera o calle, en periplos harto complicados de realizar. Con las carreteras cortadas por los mantos blancos, Albacete se recuperaba de una de las mayores nevadas de los últimos años. Habíamos tomado la determinación de entrenar con los jugadores que vivían más cerca. Quizá realizar alguna sesión de tiro o técnica. Probablemente incluso, suspender el trabajo de ese día. Desde hacía unas semanas contábamos con 9 jugadores disponibles y sinceramente, un descanso hubiese sido bienvenido por todos o casi todos. El líder Naútico Tenerife, visitaba ese Domingo nuestro querido Pabellón del Parque y, junto al Real Madrid de Luka Doncic, nos parecía el rival más potente de un grupo B de Liga EBA muy atractivo esa temporada.

Era Diego…….”Coach” “Cortó la Guardia civil la carretera de las Casas de Juan Núñez a Albacete. Se está volviendo la gente”

Le contesté: Lo imaginaba Diego, descansa, estás cargado y el domingo tenemos a Tenerife.

Ni pensarlo, me van a parar seguro, igual llego tarde, pero voy a pasar.” “No nieva Alfredo, ya paró, no entiendo”

Y sí. Desde luego se entrenó, porque así lo decidió y porque allí estuvo Diego. Y sí, ganamos, como casi siempre que juegas con Diego en tu equipo.

-Dos semanas después su rodilla, que había aguantado mucho más que las de otros jugadores, dijo basta, Llegó la grave lesión y la amenaza de no volver a jugar más a Baloncesto, las pruebas, los diagnósticos, la soledad y los que siempre están ahí, la familia…….nada duele más que no poder hacer lo que te apasiona.

 

En un equipo de rendimiento, los entrenadores, los que son buenos realmente, pueden ayudar a que un grupo esté cercano al nivel que puede dar. Cuando ese equipo no llega a ese nivel, normalmente es porque nosotros, como directores de ese grupo, no hemos hecho los deberes bien, no hay que buscar debajo de la cama, ni encima del armario. No hay peor sensación para un entrenador serio, que la de no ayudar lo suficiente a un equipo a ganar partidos, y si tienes la suerte de tener un grupo de enorme calidad, te obligas a ganarlos todos, tienes la impresión de que ellos podrían hacerlo aún mejor sin estar nosotros. Lo aprendí de Fox. Hay que fichar jugadores así siempre. Diego es trampa, es de los tipos sin excusas, siempre suma, dentro y fuera de la pista, no se considera mejor que nadie, no se considera peor tampoco y hace de la lealtad, algo tan olvidado en la actualidad, su bandera.

Esa temporada, la 2014/2015 Albacete Basket termina segundo clasificado de Liga EBA, fundamentalmente por el plantel que el club nos permitió conseguir con mucho esfuerzo. Así se organizó en casa y de manera ejemplar la fase de ascenso a LEB PLATA. Ya en el partido decisivo, frente a COVIRAN GRANADA, con 4 jugadores expulsados y UGE GÓMEZ haciendo un esfuerzo titánico para poder jugar aún lesionado, -mención aparte para el que para mí es el mejor jugador de baloncesto que ha dado la ciudad de Albacete en los últimos 15 años-, el partido llegó a la prórroga. Diego Fox, al que le restaba aún un mes y medio al menos para obtener el alta médica pero que estaba vestido con la equipación y en el banquillo, le comenta a Dani que quiere participar. Este, con buen criterio me dice que no lo ve para jugar, que no tiene el alta médica. Diego insiste:

 

Puedo jugar”

¿Cómo?

“Dame una chance, puedo jugar”

 

Diego entro en pista, sin entrenar a alto nivel, después de varios meses lesionado y lejos aún de conocer si podría volver a jugar, con un vendaje en su rodilla operada y con toda la fe y la humildad del que sabe que afronta un imposible, agarro el balón y trato de ayudar, con una visible cojera y durante dos eternos minutos a sus compañeros. Y sí, perdimos, seguramente yo pude hacer más antes de llegar a esa situación, siempre se puede hacer más. Era sólo cuestión de tiempo…

Algo menos de dos años después, estrenábamos parquet en nuestro reformado Pabellón del Parque, un radiante suelo de tarima que convertía aquel viejo gimnasio de piezas de madera en un coqueto recinto de Liga LEB. Diego esbozaba una enorme sonrisa de felicidad. De pronto recogió una toalla de la mesa de anotadores y la colocó en el suelo, junto a los bancos. Estaba lloviendo y el bueno del encargado no lograba contener varias de las goteras del techo.

 

Diego se acercó a él de inmediato.

Lorenzo”¡, “¡me costó años conseguir que pusiesen suelo de basket acᔡ “¡Poné allá lo que sea¡, ¡que no se moje¡”.

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