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Milagro en Albacete

Hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro.” (Albert Einstein).

140.000 personas de la provincia de Albacete podrían encontrarse ya en situación de pobreza o exclusión; 9.865 personas no pueden comer carne o pescado diariamente; 131.000 no tienen capacidad financiera para afrontar gastos imprevistos y 46.560 han tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal en los últimos doce meses; 63.527 tienen mucha dificultad para llegar a fin de mes.

Con este informe, que con tal precisión numérica radiografiaba la situación dramática por la que atravesaban miles de familias de nuestra provincia, se justificaba en esta legislatura el acta de constitución de una Mesa Social de la Diputación de Albacete que dejaba anacrónicos los anteriores convenios del PP con Cáritas Diocesana o Cruz Roja; y por esta Mesa se puso en marcha en 2016 un dispositivo especial de 600.000 euros para gestionar un Fondo de Emergencia Social más que necesario, a tenor de este documento desgarrador.

Este informe y otros parecidos -seguramente como consecuencia de los recortes de Rajoy-, justificaba el hecho de que el actual president de la Diputación de Albacete reemplazara el “cemento” de los Planes de Obras y Servicios de los pueblos (la única competencia nítida que tienen las diputaciones provinciales) por “las personas”. Y lo cierto es que con el documento arriba referenciado, insuficiente parece el esfuerzo presupuestario destinado a tal menester, el del socorrer a tantas familias en Albacete, tantas personas, hasta 140.000, que ya estaban en 2016 -también en 2017-, en situación de pobreza extrema, riesgo de exclusión social, y con dificultades para comer carne o pescado diariamente.

La sorpresa ha saltado con el Presupuesto de la Diputación de este año, 2018, que rebaja aquella cantidad de 600.000 euros a la de 100.000 para el Fondo de Emergencia Social, una cifra prácticamente testimonial (0,1%) en un presupuesto cien millonario. De repente, y en justa proporción, 83 de cada 100 familias de la provincia de Albacete han debido salir de esa pobreza que justificaba la constitución de una Mesa Social, piedra angular de la acción de gobierno del PSOE y Ganemos-IU en la institución provincial.

Llegados a este punto, y dando por supuesto que la constitución de un Fondo de Emergencia Social para “las personas” en la Diputación no respondía al postureo clásico de la izquierda española para azote ideológico del insensible Rajoy, habremos de convenir que en tan sólo un mes, el Gobierno de Pedro Sánchez ha obrado un milagro tal, que deja pequeño el relato de los Evangelios, según San Mateo, de la multiplicación de los panes y de los peces. Sabíamos que Zetapedro era bueno, pero no tanto.

No sólo son los pensionistas quienes han aparcado las manifestaciones, quizás por ‘la calor’; no es ya que la corrupción ha dejado de ser un problema para estos dos partidos políticos (quién no ha tenido consentimiento expreso para gastar en el Don Angelo andaluz… si el dinero público de la Junta no es de nadie, que diría Carmen Calvo); de repente, tampoco ya los registros de la UDEF en ayuntamientos o diputaciones provinciales abre los Telediarios. Y, de repente, hasta la Comisión de la Verdad bendice el último trasvase socialista de 40 hm³ del Tajo al Segura. Quién dijo qué sobre esta infraestructura franquista.

El gran milagro no es ya todo eso que acabamos de relatar; el milagro es que en poco más de un mes de gobierno de Sánchez, el 80 por ciento de la pobreza y el riesgo de exclusión social ha desaparecido de la provincia de Albacete. Ya lo dice la vicepresidenta del Gobierno de España: “Ahora hay más alegría en las calles”.

En las calles, y en los Presupuestos de la Diputación de Albacete, también. ¡Qué pijo!

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