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La gaviota ‘popular’ deshoja la margarita

En el seno del Partido Popular difícilmente podrán olvidar el día de Castilla-La Mancha de este año. Y no es porque lleven tatuados en el corazón los colores rojo carmesí y blanco de la enseña regional y besen con profusión las almenas del castillo de oro mazonado de sable, emulando de esta guisa a los futbolistas de postín, cuando marcan el gol de su vida y están en plena negociación de la renovación de su contrato, no, sino porque ese día, la gaviota que preside el logotipo popular se temió lo peor de lo peor, y no le faltaba razón, desde aquel fatídico día, las aguas populares bajan turbias, muy turbias.

En apenas un par de días, el Partido Popular ha visto, con tremenda desazón, como los días de vino y rosas se han tornado en días de resaca mañanera y flores marchitas. A la pérdida del gobierno de la nación, que no es poca pérdida, se le ha unido el abandono del barco por parte de su capitán, dejando a la nave popular sin rumbo fijo y a merced del viento. El Marianismo ha escrito sus postreras líneas en su carta de dimisión como diputado y en la solicitud de reingreso en su último destino. Es lo que tiene cuando se cambia la residencia oficial del presidente del Gobierno en La Moncloa por el Registro de la Propiedad de Santa Pola.

Lo que le ha ocurrido al Partido Popular se aprende en primero de política, y es que lo institucional prevalece sobre lo orgánico cuando el partido está en el gobierno, pero en el momento en el que se pierde ese privilegiado lugar en el podio, las gargantas que sugerían cambios por lo bajini y en reducidas tertulias de café con leche, se vienen arriba, elevan el tono y exigen cabezas. Y buena prueba de ello es la actitud demostrada por uno de los candidatos a sobrevivir tras el Marianismo, el exministro Margallo, a quien solo se le anima a participar en la contienda electoral interna recién abierta en el PP, a tenor de sus propias palabras, el hacer todo lo que esté en su mano, para que, la hasta ahora todopoderosa Saénz de Santamaría no ocupe bajo ningún concepto el despacho principal de la planta noble del número 13 de la madrileña calle Génova, que ya es tener ganas de fastidiar a la prójima.

En un partido mucho más dado a la designación digital vía libreta azul, que a la elección interna en urna de sus representantes institucionales u orgánicos, resulta tremendamente llamativo la proliferación de candidatos y candidatas a suceder a M punto Rajoy, por muy fácil que se lo hayan puesto a todos ellos y ellas, y es que cien avales los consigue cualquiera que se ponga a ello y tenga un mínimo interés, supongo yo.

El próximo cinco de julio sabremos que dos aspirantes superan el corte por haber obtenido votos suficientes para poder presentarse al congreso del tercer fin de semana de julio, con serias opciones de retomar el timón de la nave popular durante los próximos años, y todo apunta a que esas dos personas serán las candidatas Cospedal y Saénz de Santamaría, que como todo el mundo sabe son enemigas íntimas, enfrentadas por casi todo durante los últimos años, pero fundamentalmente por acaparar más y más poder, por

lo que pudiera pasar y que al final ha pasado. El resto de candidatos imagino que tomarán partido por una u otra conforme vayan pasando los días, tratando de hacerse visibles de cara a la conformación de la nueva dirección popular. En esto de los partidos es tan importante el ser y el estar, como el parecer, y a mi me da en la nariz, que alguno de los candidatos ha presentado su candidatura para parecer que han valorado y medido sus opciones, pero que lo que realmente busca es “ser algo” en un futuro próximo y sobre todo, estar lo más cerca posible de la séptima planta de la sede popular.

Las decisiones de ese par de gallegos de pro, M punto Rajoy y el hasta hace un par de días primer delfín, Feijoo, han dejado a gran parte de la militancia cariacontecida, desnortada, lamiéndose las heridas causadas por la moción de censura y preguntándose sí quiere más a mamá o a la otra mamá, y como no tienen mucha práctica en ese terreno, la decisión se les antoja más que complicada. No cabe duda que con Feijoo todo hubiera sido mucho más fácil. Lo que no sé sí sabremos alguna vez son los motivos reales por los que el Presidente de la Xunta ha dicho que del Cebreiro no baja.

Puestos a elucubrar, sinceramente, no creo que Margallo tenga mucho interés en hacerse con las riendas del Partido Popular, a él lo único que lo mueve es devolvérsela a Soraya y si puede ser con creces, pues mejor. A Elio Cabanes, José Luis Bayo y José Ramón García Hernández, según me cuentan fuentes generalmente bien informadas, nadie en las filas populares les augura mucho porvenir en esto de la acceder a la Presidencia. Pablo Casado, por su parte, debió pensar que el que da primero da dos veces y por eso se lanzó al ruedo nada más escucharse el pistoletazo de salida de esta particular carrera, con tan mala fortuna, que minutos más tarde se hacía público que la jueza Carmen Rodríguez-Medel había solicitado a la Universidad Rey Juan Carlos toda la documentación relativa al máster que había cursado, así como de la composición del Tribunal que examinó a Casado y el acta donde se le convalidaban 18 de las 22 asignaturas que formaban el curso, y que hasta la fecha no han aparecido. Igual es que no han buscado todavía en la misma carpeta, donde tampoco encontraron el máster de Cifuentes, digo yo.

De ahí que no sea muy descabellado pensar que el sprint final será cosa de Soraya y María Dolores, y llegados a ese punto, la que tenga más ascendencia sobre los compromisarios y compromisarias que asistirán el Congreso se llevará el gato al agua, porque en el PP hay cosas que nunca cambian, al final serán solo un puñado de elegidos los que decidan. Es lo que hay.

Ahora los popes, barones, baronesas, marqueses y todo de tipo de nobleza popular, andan situándose en la foto junto al candidato o candidata que entienden tiene más posibilidades de ganar la votación y por lo tanto el Congreso, el caso es dejarse ver y querer.

 

Como yo no tengo vela en este entierro, me permito dar consejos, y que mejor consejo que tirar del refranero popular y afirmar, que como no quiero para los demás, lo que no quiero para mí, votad a quien queráis, pero por Dios no votéis a la Sra. Cospedal.

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