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¡¡¡Enhorabuena, campeones!!!

A eso de las ocho de la tarde del pasado sábado, un animoso grupo de personas con discapacidad, lograba tocar con la punta de los dedos el cielo abulense, después de intentarlo sin descanso durante tres décadas, que se dice pronto. Ellos y ellas consiguieron levantar el trofeo que les acreditaba como los vigentes campeones de la liga de División de Honor de la Liga General de Baloncesto en Silla de Ruedas, convirtiéndose, de esta forma, en el primer equipo albaceteño que logra inscribir su nombre, en lo más alto de la galería de campeones del olimpo de la primera división de cualquier deporte colectivo. Sin duda alguna, el sábado, el BSR Amiab entró por la puerta grande en la historia albaceteña.

Pero no una historia cualquiera, sino una historia preñada de ejemplos de superación continua, de constancia ante la adversidad, de sacrificios personales y colectivos, de tesón, perseverancia y sudor, mucho sudor.

Levantar el trofeo de campeones en Ávila no ha sido tarea fácil, lo que empezó siendo solo un sueño de solo unos cuantos, ha terminado por convertirse en la realidad de todos con el paso del tiempo. Y aunque le haya correspondido a siete hombres y a dos mujeres recoger los frutos que otros y otras fueron sembrando a lo largo de los años, a buen seguro, ninguno de ellos y ellas olvidará nunca el día doce de mayo de dos mil dieciocho, vistan la camiseta con los colores del BSR Amiab, o la tengan guardada bien doblada en algún cajón, hayan conseguido alguno de los cincuenta y nueve puntos, que sirvieron para alcanzar la gloria, o los hayan disfrutado como propios, desde la grada o desde la distancia, que también vale.

Los valores que transmite la practica deportiva en general se multiplican cuando nos referimos a deportes minoritarios y se eleven a la máxima potencia, al tratarse de deportistas con alguna discapacidad. Por eso, en el momento en el que la suerte deja de ser esquiva y mira sonriente a la cara del equipo ganador, el buen hacer y la constancia tienen premio doble y los adjetivos calificativos se agotan.

Las crónicas deportivas han dejado constancia de la concentración máxima con la que los protagonistas del evento afrontaron el inicio del partido, de los nervios a flor de piel que se dibujaban en el rostro de todos los actores, de los increíbles fallos en una y otra canasta, de los triples encestados, de las estrategias de ambos entrenadores, de los tiros libres anotados, de la férrea defensa albaceteña, de la presión que atenazaba el brazo de los tiradores bilbaínos y del valle de lágrimas de alegría, en el que se convirtió el banquillo albaceteño tras el pitido final.

Somos muchos los que pensamos que se construye ciudad de diversas formas, desde diferentes posiciones y a través de múltiples personas, y el BRS Amiab ha contribuido de forma decidida a que más allá de nuestras pequeñas fronteras se hable de Albacete y que, además, se hable para bien. Y eso bien merece nuestro agradecimiento más efusivo.

Estamos en los días de después, en esos días en los que toca repartir felicitaciones, dar enhorabuenas, proferir reconocimientos y disfrutar de las resacas,  por lo que no seré yo quien los enturbie con una crítica ácida, pero permíteme, querido lector, que rompa una lanza a favor de quienes entrenan y se sacrifican a diario casi en solitario, de quienes practican su deporte favorito en pequeños recintos y con escaso público, de quienes miran con lupa donde invierten cada céntimo de euro, de quienes tienen la misma ilusión cuando saltan a la pista que las grandes figuras mediáticas, y apenas si tienen un pequeño hueco en las crónicas deportivas, de quienes se dejan la piel por defender los colores de su club y no tienen miles de seguidores en las redes sociales, de quienes logran con sus éxitos que se hable de la ciudad a la que representan, y que apenas sí tienen el reconocimiento ciudadano, más allá de la recepción en el Ayuntamiento, que hay que agradecer, y en definitiva, de quienes contribuyendo con su gesta a hacer más grande nuestra pequeña historia, casi nadie escribe la suya.

Porque ellos y ellas sí que son los héroes y las heroínas de cientos de historias apenas contadas en voz baja, pero que se han hecho merecedores de grandes titulares en letras de molde, porque sus éxitos tienen el valor doble de haberlo conseguido luchando contra la adversidad, las dificultades y el mal fario, que de todo hay en la viña del señor.

Hoy les llamamos CAMPEONES, porque así lo han conseguido en la pista, pero sé, todos sabemos, que ellos y ellas también se sienten CAMPEONES desde siempre, porque así lo han conseguido en la vida, y eso amigo, sí que tiene mérito, todo lo demás es solo sombras y ceniza.

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