“Es prudente no fiarse por entero de quienes nos han engañado una vez” (René Descartes)
Con hondo pesar, el PSOE reunió esta semana a un nutrido grupo de comprometidos militantes/as en la céntrica Plaza del Altozano de Albacete, quizás para transmitir sus condolencias políticas a Susana Díaz, a la sazón, ex presidenta de la Comunidad Autónoma de Andalucía. Aunque no decían nada, sus caras de póker lo expresaban todo, de lo que se les viene encima, ante esa máquina de procurar escaños al centro-derecha en que se ha revelado Pedro Sánchez y sus confluencias, cuyo borrador de Presupuestos Generales del Estado para 2019 despiden un hedor a abandono de su caladero de votos realmente insoportable.
Ha sido Page quien ha dejado entrever su malestar no pequeño, diciendo aquello de “Sánchez premia a las autonomías ricas” y recuerda que “los PGE son para converger”, que ya es decir, sin decir. De los demás, de los que han hecho de la A-32 su pancarta de enganche contra Rajoy -con manifestaciones y todo, fíjate tú-, durante tres largos años, todos ellos en calidad de representantes del noble pueblo de Albacete, a estas horas se sabe que siguen traspuestos, junto a sus corifeos sindicalistas, y acuden al socorrido eslogan de “Sánchez ha priorizado en las personas”, como si los planes de obra pública y las autovías fueran cosa de Skippy El Canguro.
Ya hay que valer para dejarse engañar por un dirigente que aterrizó en el Paraninfo Universitario de Albacete, frente al Pozo de la Sabiduría, para anunciar en vísperas de la moción de censura que ‘el trasvasar se va a acabar’ para, a continuación y en una diferencia de horas cuarenta y ocho, negarse a sí mismo en la vecina localidad de Molina del Segura, Murcia. Por cierto, quién puede afirmar que desalar el mar es propio de un Ministerio de la Transición Ecológica, ¿acaso hay algo más ineficiente medioambiental y energéticamente que una ingente montaña de salmuera? ¿Qué clase de lecciones ecológicas nos pueden dar aquellos que se permiten derogar el Plan Hidrológico Nacional a cuenta de sus alianzas electorales con los independentistas catalanes? Y en estas estamos, desde los tiempos de Zapatero.
Ni desalar el mar -la mar- es sostenible en un país con ríos (“Las desaladoras generan en un año tanta salmuera como para cubrir España, El País 15/1/19), ni tampoco lo son unos Presupuestos Generales del Estado que riegan de millones a las autonomías ricas, que diría Page, frente a la sequía de una provincia con ánimo de ‘converger’ como Albacete, en la que sus comisarios políticos -siempre les quedará la Circunvalación Sur de Rajoy- han quedado de nuevo retratados ante esa patada de Sánchez y sus confluencias a su enemigo íntimo castellano-manchego. Esta vez, sin excusas, pues ya sabían lo que vale la palabra del presidente del Gobierno y, aún así, han seguido vendiéndonos el humo de unas cuentas que van destinadas únicamente a comprar el voto de los que quieren comer aparte porque, sencillamente, pretenden más bocado, que diría Bono. Y esto sucede con los PGE más expansivos, electoralistas, irreales y desbocados en el gasto de los últimos diez años.
Ni una mala palabra, ni una buena acción ante un borrador que desprecia a Albacete, entre esos rostros circunspectos de los socialistas locales, transmutados de la pancarta al escrache de la sultana, despojada definitivamente del califato por mandato de las urnas, o sea, de la gente, que diría Podemos. Por cierto, que alguien debería explicarnos por qué cuando las algaradas callejeras frente a los parlamentos, las sedes y las carpas las practican unos son conocidas como ‘expresiones de salud democrática’, y cuando las hacen otros, se trata de una ‘involución neofascista’. ¿Dependerá de quién flete los autobuses?
ADOLFO JMF