0 comments

El exhumazo

Cada uno tiene el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa (Arthur Schopenhauer)

Hubo un tiempo en que gobernar a golpe de decreto era de fachas (puaj), pero eso fue hace ya mucho, casi tres meses.

Ahora, nuestro momento all bran llega cada mañana, cual reloj, cuando nos desayunamos con esa técnica legislativa reservada para casos de extrema y urgente necesidad, que es la forma más contundente posible con la que Sánchez sortea a diario el discurrir de su incipiente legislatura censuradora. Es lo que tiene no haber ganado nunca las elecciones, que te convierte en una especie de dron parlamentario, en búsqueda permanente de encuentros plurinacionales en la tercera fase.

Y esa es la idea. Cómo ganar cuatro años de paz, que podrían ser veinticinco años de paz, a costa de lo que sea y como sea. Sólo le falta el chándal, que tío, aló.

No reparará en gastos, como no repara en decretazos, ni en vuelos privados, porque, aquí la Tierra oiga, los minutos musicales que se decía antes ya tienen rango de secreto de Estado; no hace falta explicarlos al Parlamento, ni en el Congreso, ni mucho menos en el Senado, que ya está sobrando, venga ese veto. En realidad, le sobra todo aquello que le recuerde la levedad de su grupo parlamentario, arrastrado por el más flojo resultado electoral que se recuerda.

Sánchez lleva tres meses de fiesta, en el afterhours del despilfarro, chapoteando en el lodazal del tres per cent y pateando la bandera de España en sus redes sociales, con desmedido afán por el incremento del déficit a costa de ministros y altos cargos, puertas giratorias,  puertos  giratorios, trasvases a destajo, festivales de verano, y desmemorias históricas.

En resumen, el gobierno de Sánchez es una caricatura del bienqueda sin fronteras, un agitprop de la historia de España, con tiempo para todo, porque el trabajo se lo han dado hecho, y porque ahora no le queda más remedio que esperar a que pase el tiempo para empujarla a la red. Los PGE del PP nos traerán la nueva Ciudad de la Justicia, y el primer tramo de la Autovía A 32 entre Albacete y Jaén tras muchos años de promesas incumplidas. No los querían, decían que qué asco, pero en la cinta algún ojo vuela, cuidado con los codazos.

Viven de las rentas, del esfuerzo de reconstrucción de una economía de crisis (¿recuerdan?) y una sociedad desarrapada por el zapaterismo, que se estrenó precisamente a garrotazo limpio, a mayor gloria de esa especie protegida que es el lazo amarillo -qué casualidad- y cuyas consecuencias pagaremos siempre el conjunto de los españoles: la derogación del Plan Hidrológico Nacional, que tuvo el apoyo del 80 por ciento del Consejo Nacional del Agua. Eso sí era talante, pero le importó poco.

Hubiera sido, el Plan Hidrológico y el trasvase del Ebro, la más importante obra de ingeniería hidráulica de la democracia española, quizás la única, desde que los tecnócratas del franquismo pusieran en marcha el proyecto del acueducto Tajo-Segura, el cual ya se venía barruntando desde principios del siglo pasado porque el avance de la desertización en el árido sureste español no es de hace cuatro días, ni tiene culpa el diésel.

La magna obra de la Transición política en España, aquella que sellaron hombres y mujeres de todas las ideologías, que entendieron el verdadero significado de la palabra ‘concordia’, y que alumbró la Constitución de la reconciliación, se expone ahora al revisionismo de la Comisión de la Verdad, cuarenta y tantos años después, en lo que será el Polígrafo de Carmen Calvo (esas prisas, si tuviste siete años…), capaz de distinguir entre dictadores buenos y dictadores malos, como Pepe Bono sabe distinguir entre corrupción buena y corrupción mala. Niá, cuánto sabe el de Salobre.

En España ya no hay debate sobre el futuro de las pensiones, lo que urge es el pasado y la memoria, el repudio al Espíritu del 78. Todo vale con tal de  desactivar a Podemos, y es por ello que necesita Sánchez demostrar que las esencias de la izquierda tricolor están, junto al oro de Moscú, entre los herederos de Pablo Iglesias, el auténtico, y no en ese remedo de Bertín, mi casa es la tuya, nueva temporada.

Y han pensando que esos cuatro años de paz, quizás veinticinco, se los puede dar la voladura del Senado y un decreto ley sobre los huesos de Franco, de ahí la extrema y urgente necesidad, el exhumazo, acaso ignorando Sánchez y su nutrido grupo de opositores al real cuerpo de justicieros históricos aquel proverbio sabio que dice que añorar el pasado es correr tras el viento.

Adblock Detectado

Por favor, ayúdenos desactivando la extensión AdBlocker de su navegador para nuestro sitio web.