Emotivo y muy divertido, sin duda, el pregón de la Feria de Albacete que esta noche ha pronunciado la actriz, escritora y dramaturga albaceteña Llanos Campos, desde el balcón del Museo Municipal, en el corazón de la ciudad y ante la atenta mirada de numerosos vecinos.
Ha estado acompañada, entre otros miembros de la corporación municipal y autoridades, por el alcalde de Albacete, Manuel Serrano, que previamente ha vuelto a invitar a albaceteños y visitantes a disfrutar de esta Feria declarada de Interés Turístico Internacional y que se celebra del 7 al 17 de septiembre.
El alcalde ha agradecido en nombre de la Corporación Municipal a la pregonera el paso que ha dado, asegurando que “pregonar la Feria de Albacete es una gran responsabilidad por cuánto se dice de la ciudad en unos momentos en los que los albaceteños y albaceteñas están más expectantes que nunca porque en menos de 24 horas comienza algo que llevamos muy dentro y que es el mayor reflejo de nuestro carácter como sociedad”.
Manuel Serrano ha felicitado a Llanos Campos por impregnar de “cultura, literatura y teatro, así como de tintes manchegos y albaceteños” el pregón, al tiempo que ha deseado una feliz Feria a todos los asistentes.
Campos ha hilado, con la maestría con que siempre escribe, sus vivencias personales y familiares en la ciudad de Albacete y su Feria con los aspectos más destacados de una fiesta que ya está preparada para recibir a un buen número de visitantes de muy distintos lugares.
Ha repasado su trayectoria profesional pero ha destacado que «yo lo que soy es la hija de la Aurora, la Chata, y la sobrina de la Rosenda, la Morena, que vendían fruta en la Plaza Mayor cuando allí estaba el mercado de la ciudad. También soy sobrina de Juan, empresario taurino, y de Ambrosio, dueño de las tintorerías «La Moderna». Mi padre fue José Vicente Campos Alguacil, el Rasca, artesano cuchillero que trabajó muchos años en la antigua cuchillería de los Gómez, que como muchos recordarán estaba justo en la calle de la Feria, al inicio del paseo. Algunas de las piezas que hizo mi padre están ahora en el Museo de la Cuchillería. Quiero mencionar también a mi hermana Carmen, que fue concejala de cultura, aunque no en esta ciudad».
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Ha reconocido que «cuando pensaba en qué decir en este pregón barajé muchas cosas. Podría sin duda hablar de que tenemos la mejor Feria de España, la más abierta y hospitalaria, la que tiene un pedazo de recinto construido solo para su celebración (con lo que valdrán ahora esos terrenos). Pero señalar todo eso está de más, porque aquí ya lo sabemos de sobra».
A los de Albacete nadie nos tiene que vender la Feria», proseguía.
Y apuntaba que «por eso voy a hablar de otras cosas que me parecen más oportunas, o al menos más interesantes. Lo primero es hacer una miajica de historia, y contaros cómo descubrí que yo era manchega», indicaba con una sonrisa.
Así ha narrado que «estudié en el colegio María Inmaculada, luego fui al instituto nº4, y después me fui a Granada a estudiar Psicología. Dejé esta carrera porque en esos años justamente el ayuntamiento de Albacete tuvo la maravillosa iniciativa de abrir el Teatro Escuela Municipal de Albacete, el TEMA, y esa y no otra era mi verdadera vocación: el teatro. El TEMA fue un semillero maravilloso de artistas, de donde salimos muchos de los profesionales del teatro que aún hoy día trabajamos en esto, dentro y fuera de nuestra región. Allí pasé algunos de los años más felices de mi vida, y conocí a muchos de los amigos que me han acompañado hasta hoy mismo. Por ahí están. Pues son los ochenta, pelo frito, laca, hombreras, yo estoy metida hasta las cejas en esto de la farándula, y comienzo a viajar por España. Entonces es cuando realmente me doy cuenta de que soy de Albacete. De verdad. Y mira que llamándome Llanos; Llanos Campos, que casi tengo un polígono en la carretera de Madrid; con madre placera y padre cuchillero, no tenía forma de ser más mancheguica, a no ser que mi segundo apellido en vez de Martínez hubiera sido Queso».
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Pero ha señalado que «lo cierto es que fue cuando comencé a viajar por todo el país con esto del teatro que me di cuenta de que la gente, por ahí fuera, hablaba raro. No decían «odo» o «pijo» a toda hora. Decían «me estás hartando y vas a conseguir que te diga lo que no quiero decir», en vez de «me tienes ya el gorro lleno de guijas y vas a gobernar que te dé un estufío». Se vanagloriaban con cosas como: «Yo hago lo que me da la gana» y no «yo hago de mi capa un sayo». Pronunciaban un montón de «eses» más que yo: «muslo», «mosca», «mosquito», «casco». «¡Vete a tomar viento!», decían; finísimo, oye. En mi casa te mandaban «A zurrir mierdas con un látigo» que era, dónde va a parar, mucho más visual. Tampoco hablaban todo el rato con refranes o dichos, como en mi casa. Cuando para justificar a un maltratador se ponía como excusa eso de «si cuando no bebe es una bellísima persona», mi madre sentenciaba: «El que no lo sepa mear, que no se lo beba». Mis primeras lecciones de feminismo. Esa era la misma madre que, cuando te veía algo «subidita», para ponerte los pies en el suelo te decía sin pestañear: «Guapa no eres… pero lista tampoco». Hala; cuando quieras, vuelves. Y no puedo olvidar el dicho favorito en mi casa (probadlo en alguna reunión tensa), cuando estás esperando a alguien o algo que no llega: «Aquí, ni se muere padre, ni cenamos». Ese humor negro manchego», proseguía.
Empieza la Feria, paisanos, paisanas, y no sé si habéis caído en la cantidad de cosas que se aprenden en la Feria. Pero muchas», ha destacado la pregonera.
Ha considerado que «la Feria es un mundo en sí misma, y, a poco que estés atenta, un pozo de enseñanzas valiosísimas que, al menos a mí, me han ayudado mucho en mi vida en general» y ha compartido algunos de esos aprendizajes como que:
– Descubres cosas como la economía del movimiento: si un crío a la carrera te roba el algodón de azúcar, es inútil que lo persigas; sacárselo de la boca es prácticamente imposible.
– En la barca vikinga, antes de ponerle esas jaulas que ahora lleva en los extremos, yo aprendí una o dos leyes de Newton sobre el movimiento, la aceleración, y la fuerza que no creía que tenía.
– En la cazuela loca entiendes perfectamente otra fuerza: la centrífuga, y sus efectos en las relaciones personales, porque, aunque sea a porrazos, acabas conociendo gente.
– También aprendes que cada año, en algún lugar del mundo, hay alguien devanándose los sesos para inventar otro artilugio de tortura más bestia todavía que te ponga el estómago en la nuca y los ovarios por pendientes.
– En la noria descubres si el chaval que acabas de conocer te conviene o no. Si cuando estáis parados en todo lo alto se dedica a balancear la canasta y a hacer ruidos de simio, ese NO es.
– Aprendes también sobre el volumen y la compresión de los cuerpos, porque, cuando crees que ya no cabe nadie más en la Feria, aún entran diez autobuses de Murcia y tres trenes de Valencia.
– Pasarte la tarde paseando un ficus o un peluche tamaño XXL te enseña que el orden de algunos factores sí altera el producto: tómbola + paseo NO es igual que paseo + tómbola.
– Consigues entender todo eso de los agujeros de gusano y lo de plegar el universo cuando te das cuenta de que todo el mundo queda en el pincho de la Feria… Tres mil personas cada día… Y todos acaban encontrándose.
– Entiendes mucho mejor lo del orden y el caos cuando, tras unos bailes en el templete, intentas reunir a cada uno de tus amigos con su mojito.
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– Aprendes que, como dijo Einstein, todo es relativo: tú llegas un día pensando en meterte entre pecho y espalda un estofado de rabo de toro y unos carabineros, pero acabas apretándote un pincho de tortilla, un bocata de jamón y un gofre. Pues ni tan mal.
– Aprendes supervivencia: si a ciertas horas de la noche ves a lo lejos un asiento libre, puedes descubrir hasta dónde estarías dispuesta a llegar en caso de un apocalipsis zombi.
– Y aprendes, finalmente, tolerancia: la de tus pies al dolor, la de tus oídos a la pachanga, la de tu hígado al alcohol. Diez días. Diez días de enseñanzas vitales que nos hacen más sabios… si es que al terminar conseguimos acordarnos de algo.
REIVINDICANDO LA CULTURA
En su pregón, Llanos Campos también ha querido «mandar un abrazo y un empujón a todos mis compañeros artistas: gentes de la música, de la pintura, el teatro, el cine, la danza, escritores, escultores…».
Y ha valorado que «el arte es una ocupación de locos, un trabajo infinito lleno de cosas intangibles e imprescindibles. Nuestro oficio nunca es fácil, porque trabajamos con materias muy frágiles que somos nosotros mismos, nuestro corazón, nuestros dolores, nuestras pequeñas y grandes miserias. Todo eso exponemos para que el mundo lo vea y lo juzgue en pro de algo más grande que nosotros, buscando ser la voz, la mano, el latido de nuestra tierra y de nuestro tiempo».
Cuidemos a nuestros artistas, acudamos a ver sus trabajos; ellos nos ayudan a entendernos y a entender el mundo», ha pedido.
Ha advertido que «el pueblo que no ampara su cultura pierde su identidad» y ha considerado que «en algún lugar de nuestra región, a esta misma hora, está intentando asomar la cabeza el próximo Almodóvar, el próximo Buero Vallejo o Francisco Nieva, un Antonio López, o un José Luis Cuerda. Alguien está escribiendo el próximo Quijote. No esperemos a que nos los señalen desde fuera y amparemos tanto talento como tenemos».
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Albaceteños, albaceteñas, no sé si habéis caído en la cuenta, pero mañana empieza la Feria», exclamaba Campos en la recta final de su pregón.
Por ello, ha considerado que «Toca abandonar toda mesura, posponer las dietas y abrazar la pringue patria: lomo, chorizo, morcilla; todo eso que sale de esa mágica marmita manchega llamada «orza». Toca beber hasta ver guapos a todos nuestros amigos. Toca bailar reguetón, a Leticia Sabater y lo que se tercie. Tocan churros, cubalitros y jamón, todo junto. Toca comprar algo en los artesanos, ganarse una lata de sardinas en la tómbola de la Caridad, ir a por todo lo que regalen en el stand de la Diputación y a por los tickets de café gratis. Toca vivir la Feria, que hemos tenido dos años de carencia y eso nos lo tenemos que cobrar. Sobre todo yo, que el año pasado no pude ni pisarla».
Ha dado las gracias «al grupo de Unidas Podemos por proponerme para esto, y a toda la corporación del Ayuntamiento por brindarme el honor de dar el pregón de la Feria de mi ciudad. Nunca lo olvidaré».
«Ahora, para despedirnos, proceden unos vivas en condiciones y espero que os suméis: ¡Viva Albacete! ¡Viva la virgen de los Llanos! ¡Viva la Feria! ¡Nos vemos en los redondeles, y sois libres de invitarme a un vinico dulce de la borriqueta! ¡Feliz Feria!», concluía.
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