“No es harina todo lo que blanquea” (dicho popular)
Del uso partidista de las redes sociales pagadas con dinero institucional y, por tanto, público, mucho se ha hablado, se ha escrito, se ha denunciado, y se ha sentenciado, incluso. Y lo cierto es que quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra, pero lejos, no vaya a caerle en la cabeza.
Todos los abusos tenían el mismo hilo conductor: aprovechar el medio para obtener el mayor rédito electoral con el mínimo esfuerzo posible, y con la finalidad no disimulada de alcanzar el poder, por encima de cualquier pudor, ni sentimiento de culpa. De Twitter a las televisiones, y el último caso lacerante lo hemos vivido con los episodios nacionales de la presidencia de RTVE.
Pero quedaba una nueva vuelta de tuerca. La de utilizar los gabinetes oficiales para edulcorar la imagen privativa del político, esa del derecho al honor, la privacidad y tal.
Tuvimos un notable precedente en tiempos no muy lejanos, pero ya históricos para la era de Internet. La del libro `Bono con Todos´, que efectivamente, pagamos entre todos, y que publicitaba un álbum de fotos del otrora presidente de la Junta manchega con acompañantes de cualquier clase o condición, – las más, con ministros del entonces pujante Aznar, lo de los caladeros de la derecha siempre le gustó mucho-, en un acto reflejo sólo comparable en nuestros días al ego de Cristiano Ronaldo.
Nada hacía presagiar que aquel duende de la imprenta, prendiera hoy en la aldea global para regenerar a golpe de likes y emoticonos la imagen áspera y como de señora crispada que arrastraba la hasta hace poco portavoz parlamentaria del Grupo Socialista en el Congreso, Margarita Robles. La recuperación económica, el crecimiento del empleo y el impulso del bienestar de los españoles, obligaban a la hoy ministra a una sobreactuación opositora, que seguramente no le hacía bien al tránsito intestinal.
Pero, bueno, bueno, esto qué es; la antaño adusta diputada del PSOE ha demostrado esta semana estar en la flor de la vida sana, cuando el amor llega así, de esta manera, una no se da ni cuenta de que está en el Gobierno censurador de Pedro Sánchez; y ha transmutado en las redes sociales del Ministerio de la Guerra, perdón de Defensa, hacia lo que podríamos llamar renovada versión del Padre Mundina -aquel famoso ‘cura de las plantas- que hiciera furor en televisión española’ de los años ochenta.
No quiero pensar con esto que Margarita Robles tenga la aviesa intención de convertir el Ministerio de Defensa, garante de la paz militar en el mundo, en una especie de departamento florero, ni que ella lo considere como tal, pues flaco favor le haría con ello a la Corona y a la unidad territorial del Estado, o sea, de España!. Pero si algo hemos aprendido ya de su nueva imagen vital como ministra -con mando en plaza- es que su momento All Bran está en perfecto estado de revista.
Las ocho ministras de Zapatero serán recordadas siempre por aquel histórico posado del Vogue en La Moncloa -entre ellas Carmen Calvo- que sentó regular a un sector amplio de la izquierda, pero que fue todo un golpe de autoafirmación de las damas que llegaron al poder en ese momento. “Porque nosotras lo valemos…..” venían a decir. Bueno, al fin y al cabo, aquel pase de moda entre pieles caras y diseñadores consagrados fue para la edición española de una revista privada del papel couché y gustará más o menos, pero en su derecho estaban.
Más perverso me parece lo de ahora. Ni el presidente del Gobierno se ha disculpado por acusar al pobre De Gea –al que deseo una pronta recuperación de su desastre mundialista- de participar en una falsa agresión sexual a una actriz porno menor de edad; ni la ministra de Defensa ha dicho esta boca es mía por utilizar una página oficial que pagamos todos como si fuera una red social para mayores de 50.
Al menos, el Padre Mundina Balaguer, de carácter afable y simpático (a éste sí le salía natural), rápidamente se ganó el cariño de los telespectadores españoles, que admiraban no sólo sus conocimientos en botánica, sino su objetivo solidario de recaudar fondos para Viveros Nazaret, una escuela dedicada a alfabetizar a los niños pobres. Nada que ver con el Tinder vergonzoso de los políticos actuales.