El Secretario General de los populares, el ciezano García Egea, publicaba hace unos días un tuit, en el que pedía a los Reyes Magos que trajeran urnas para que los españoles puedan decidir su futuro. Ni que decir tiene, que cuando estaba escribiendo tan profunda reflexión, ni se le pasaba por la cabeza instalar urnas en Cataluña, para que los españoles catalanes pudieran decidir sobre su futuro, ni tampoco en Andalucía, ante la hipotética posibilidad de que se tuvieran que repetir las elecciones autonómicas, toda vez que los ultras de VOX se han venido arriba y ahora pretenden sacar la mayor tajada política a sus doce votos.
A los líderes de la otras dos derechas, Casado y Rivera, les ha salido un inesperado competidor duro de pelar, por la sencilla razón de que no tiene nada que perder, por lo que no dudará en tensar la cuerda hasta el mismo punto de fractura, con tal de sacarse todas las chinas posibles en esta complicada partida de truque, donde la mentira, la farsa y el engaño, no solo están a la orden del día, sino que forman parte del propio juego.
Abascal y su tropa andaluza, ya venían avisando que una cosa era posibilitar la constitución del Parlamento, y otra muy diferente permitirle a Juanma tomar posesión de su despacho en el Palacio de San Telmo sin obtener nada a cambio. Y que conste que no han pedido dirigir ninguna Consejería, que ahí hay que currar y lo mismo hasta se les ve el plumero, sino que lo que exigen es que se les tome en serio y que se incluyan en los documentos del futuro gobierno algunos de sus principales argumentos electorales, a saber, eliminar todo lo relacionado con la lucha contra la violencia de género, recortar todo lo recortable en Canal Sur o meter en cintura a los inmigrantes. Lo de salirnos del espacio Schengen y levantar un muro anti inmigración en Ceuta y Melilla a lo Donald Trump, lo dejamos para la próxima negociación presupuestaria.
La cuadratura del círculo a la que se enfrenta la derecha española tiene su aquel y tendrá difícil solución si nadie se baja del burro, y mira que hay algunos y algunas que están haciendo verdaderos equilibrios dialécticos para no decir que han firmado lo que han firmado y para restarle importancia al hecho innegable de que han sido los votos de los ultras los que han posibilitado que una iputada de Ciudadanos asuma la Presidencia del Parlamento andaluz y, como muestra, ahí va la siguiente reflexión de la que ganó las Elecciones en Cataluña y no se atrevió a presentar su alternativa en el Parlament, aun sabiendo que perdería.
Dice la señora Arrimadas, que Ciudadanos tenía un pacto rubricado con el PP, para ellos la Presidencia del Gobierno y para nosotros la de la Cámara, y que Ciudadanos, tan liberales y europeos ellos, no tienen culpa de que sean los populares los que le hayan puesto ojitos a VOX, con tal de obtener sus ansiados doce votos, que ellos no han sido los que se han echado en brazos de los ultras, aunque sean los únicos que de momento se han beneficiado de esas maniobras. La verdad, como retruécano político no está nada mal el argumento. Pero, por si acaso, la Presidencia se la quedan, no sea que…
Si ya da grima leer, que el antaño candidato a diputado por la Falange Española Independiente y ahora prior benedictino del Valle de los Caídos, ha negado al Gobierno el acceso para exhumar los restos de Franco, amparándose en la falta de consenso con la familia del dictador, no produce menos urticaria, escuchar al secretario general de VOX decir en Granada nada más salir de misa y no sé si recién comulgado, que ellos no creen en la Ley integral contra la Violencia de Género por ser anticonstitucional, quedándose tan ancho y pasándose por el forro la sentencia del Tribunal Constitucional que declara ajustada a derecho dicha Ley. Claro, que tampoco nos han de extrañar estos comentarios, porque vienen del ecretario heneral de un partido político que propone para España una justicia en la que no exista el Tribunal Constitucional y que rechaza la jurisdicción del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos.
Sinceramente, creo que estamos asistiendo a un espectáculo de fuegos artificiales que no buscan sino hacer ruido, y cuanto más mejor, pero que el final de esta danza de cortejo está ya escrito de antemano, a falta tan solo de ponerle la fecha. Todo quedará atado y bien atado, como a las derechas les gusta, y con un firme apretón de manos y un palmoteado abrazo, sellarán un frágil pacto que perdurará hasta la próxima visita a las urnas, que se fortalecerá o debilitará en función de los resultados.
Pero mientras llega ese día, unos, los doce de VOX, antes muertos que irrelevantes, elevarán el tono hasta que los decibelios no den más de sí, porque necesitan a toda costa que se les escuche, aunque solo sea para decir barbaridades, y buscan notoriedad al precio que sea. Por su parte, los moderados de pacotilla de Rivera, seguirán jugando al ratón y al gato, amagando y no dando, con tal de seguir en la pomada, sabiendo que al final no les quedará más remedio que aceptar pulpo como animal de compañía, aunque de cara a la galería argumenten que todos los demás han hecho lo que ellos han querido, que para eso son liberales y europeístas convencidos, y todo ello a pesar de que sus socios europeos ya le han dado alguna colleja dialéctica por sus coqueteos con los ultras, hasta ahora difíciles de explicar más allá de Portbou.
Y por último, está el PP de Casado y Moreno Bonilla, que por cierto, son los que más fácil lo tienen, porque van a lo que van, y no dudarán en hacer el triple salto mortal con medio tirabuzón incluido si es menester, con tal de asegurarse la Presidencia de la Junta de Andalucía, y sí hay que prometer la luna, pues se promete y punto. El alumno aventajado del aznarismo lo tiene claro; tú di lo que quieras, que yo haré lo que me dé la gana. De la subida de las pensiones, del salario mínimo interprofesional, del acuerdo con los autónomos, o de la actualización de los sueldos de los trabajadores y trabajadoras de las Administraciones Públicas, ni mu, ¿para qué? si ya tienen bastante tajo con Torra, Puigdemont y las referencias a ETA, que eso siempre da votos.
¿Y estos son los que quieren reeditar en el resto de España el pacto con los ultras en Andalucía? ¡amos anda!, que diría el castizo. Pero como no hay mal que cien años dure, recuerda, querido lector, que siempre nos quedarán París y el Alba.
