Y no lo digo solo por el varapalo que se llevaron el pasado domingo en las Elecciones Catalanas, en las que se dejaron, además de ocho diputados, más de ciento treinta y un mil votos, sino por el continuo deterioro de su imagen y por la imparable pérdida de apoyo electoral, elecciones tras elecciones.
La sangría comenzó hace un año con las Elecciones Europeas. El PP perdió entonces con respecto a 2009 más de dos millones y medio de votos y siete diputados, continuó con las elecciones andaluzas donde se dejó por el camino quinientos mil votos y diecisiete diputados, y se corroboró con las autonómicas y municipales de este mismo año, en las que se repitió la pérdida de otros dos millones y medio de votos respecto a los comicios anteriores, además de ser expulsados de alcaldías tan importantes para los populares como Madrid, Valencia, Cádiz o Sevilla y de la Presidencia de las comunidades autónomas de Castilla-La Mancha, Aragón, Extremadura o Valencia.
Lo del pasado domingo no deja de ser una crónica de una muerte anunciada, que diría el gran García Márquez, pero a pesar de estos catastróficos resultados en el PP siguen como si nada, que si Rajoy es el único que puede garantizar la unidad de España, que si Rajoy ha sacado a España de la ruina, que si esto nada tiene que ver con las elecciones generales, que el si el suflé catalán del que hablaba Maragall hace que allí, en Cataluña, los ingredientes electorales se mezclen de forma diferente al resto de España, que si con la inestimable colaboración de la Virgen del Rocío el paro volverá a descender en nuestro país, que si… Todo menos reconocer que el PP sigue perdiendo apoyo popular en forma de votos allá donde se presenta.
Castilla-La Mancha y Albacete no son, en este caso, un oasis de paz del Partido Popular, antes al contrario, aquí también están en la UCI, a pesar que aún detenten la Alcaldía de Albacete, pero claro, gobernar entubado, con respiración asistida y con las constantes vitales bajo mínimos no es que sea una forma de gobernar ni sólida, ni fiable; y de Castilla-La Mancha qué decir, pues que doña Cospedal ha hecho mutis por el foro, que su presencia en las mini Cortes Regionales que nos dejó tras su reforma electoral es poco menos que testimonial y que está deseando que su jefe Rajoy convoque las Elecciones Generales para encabezar la candidatura por Toledo, y así trasladar su domicilio fiscal a Madrid, que es donde siempre le ha gustado estar y porque, puestos a elegir, la calle Serrano tiene más glamour que la Plaza de Zocodover, nos pongamos como nos pongamos.
El Alcalde de Albacete hizo hace muy pocos días su primer balance, el de sus primeros cien días de gobierno, un balance donde solo pudo incluir a duras penas la finalización de algunos proyectos heredados de la corporación anterior y muy poquito más, porque desde el primer momento se ha visto acosado por una oposición, encabezada por el PSOE, que le ha obligado a asumir muchas decisiones en contra de su voluntad y lo que es peor para él y mejor para la ciudadanía, en contra de su programa electoral.
Muchos artículos de fondo y editoriales escritos a este respecto han coincidido al destacar que hasta ahora las decisiones adoptadas en el Pleno del Ayuntamiento han surgido por iniciativa de la oposición, y que más parece que se esté cumpliendo el programa electoral con el que Modesto Belinchón concurrió a las pasadas Elecciones que el programa que supuestamente tiene que llevar a cabo Javier Cuenca, sobre el que, además, pesa la espada de Damocles de la reprobación que solicitarán, en Pleno extraordinario, los grupos de la oposición, a excepción de Ciudadanos, que ha preferido en este asunto hacer de don Tancredo, allá él y ellas. Una reprobación, que aunque a efectos prácticos no llegue más allá de un tirón de orejas, sí que puede servir para que el señor Cuenca comprenda que está gobernando de prestado y desde la UCI, en definitiva para recordarle que es humano. Memento mori, que le recordaban los siervos a los generales romanos que desfilaban victoriosos por las calles de Roma.
Éste y no otro es el panorama que tiene ante sí el Partido Popular, un páramo desolador a la vista de los resultados electorales y del escaso margen de maniobra que tienen de cara a las Generales, por muchos anuncios electoralistas de última hora que se saquen de la chistera de Guindos o Rajoy. Un panorama muy negro que ya no remedia ni la Virgen del Rocío, por muchas rogativas que le haga la ministra del paro, por muchos puentes que se inauguren de aquí a Navidad y por muchos días de asuntos propios que devuelva Montoro a los empleados públicos. El pescado está ya vendido y el producto que vende el PP no huele a fresco, sino a caducado y trasnochado y eso con independencia de quienes figuren junto a Rajoy en los carteles electorales como candidatos al Congreso y al Senado.
Por cierto, unas candidaturas en las que, según me cuentan amigos del PP, está mucho más que en el aire la presencia del hasta ahora senador don Dimas Cuevas, una vez que su principal valedora, Doña Cospedal, esta empaquetando sus cosas y preparando la mudanza de Toledo a Madrid. Daños colaterales que diría aquel.
Total, que con el Partido Popular en la UCI, con Ciudadanos crecido tras los resultados catalanes, con Podemos en busca del voto perdido y con un PSOE cada día más fuerte y asentado, los independentistas catalanes se han encontrado con una mayoría de diputados en el Parlament, pero con minoría de votos en las calles, que si bien es cierto que no les impide tomar las decisiones que estimen convenientes, sí que les debe hacer reflexionar que en su conjunto, ellos, los independentistas, no representan a la mayoría del pueblo catalán, al menos a la que votó el pasado domingo, por lo que lo de lanzar las campanas del independentismo al vuelo mas piano, que todavía queda mucha tela por cortar.
Como tampoco conviene lanzar las campanas al vuelo tras la última victoria del Alba frente al Almería, aunque hay que ver que gusto da ver la tabla clasificatoria y no tener que mirar muy abajo para ver donde esta nuestro equipo, que tras la sexta jornada está donde mejor se vive, en la zona templada de la tabla. Que siga la fiesta.