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Pese al árbitro (OPINIÓN)

Por Julio Martínez

Cuando el Alba sale vivo de este tipo de partidos siempre recuerdo al aficionado de nuevo cuño que dice aquello de “no interesa que suba el Alba”. Los motopapis que se quedan a vivir en el lema de “el Alba molesta”. La desaprobación de los cobardes es un elogio para los valientes. En Algeciras se vio a un Albacete muy maduro y tremendamente capaz, pese al árbitro. Un equipo que es mejor cuando tiene que robar porque sabe hacerlo y además lo hace como nadie. Tan injusto fue el partido con el Algeciras como sorprendente que el Alba no hiciese cuatro o cinco goles. Si vas al trasfondo, seguramente sea el partido de más entidad del equipo.

Salió mejor que nunca fuera de casa y no le quemó ni el balón ni la presión. Eso sí, hay que anotar una creciente dependencia de la genialidad puntual de Fuster. A Rubén de la Barrera le sonríe siempre el carné de entrenador. Hace cambios que a todos nos resultan raros, pero suelen funcionar. Kike Márquez anda que ni sí ni que no y a Rubén Martínez le quedan dos banquillos para terminar de apagarle la batería. El punto lo hace bueno el Andorra, el árbitro y un futuro ilusionante. El único rival que podrá sacar al Alba del ascenso directo juega en el Carlos Belmonte y hoy se lo ha puesto muy difícil, pese al árbitro.

En el día en que el campo se vistió de ciudad, los motopapis siguen considerando arcaico que se labre, se cace, se pesque o que haya gente que se llene de barro para sacar adelante cuatro vacas. Se creen ellos, los primeros, que España y la humanidad arrancaron el día en que nacieron. El año 1 d.Mp. Con el Alba pasa algo similar y ya no basta con ser el líder y el mejor de la categoría, pese al árbitro.

Los de “el Alba molesta” son los que se arrogan toda una travesía camino de ser centenaria y la reducen a unos años de ascensor y de haberse cargado en Copa al último Atleti que pensó más allá del siguiente partido. Ignoran que un domingo de Clásico en Albacete no es este sino aquel en que tocaba jugar con el Murcia. Correctores de relato que no disfrutaron de aquella enemistad con el Levante por unos asientos de un palco. El Alba tenía competencia por sacar pecho. De un tiempo a esta parte, el Alba solo compite consigo mismo, para bien o para mal. Y compite, a veces, bien. Y, a veces, mal.

Es el rival a batir por cualquier equipo de su categoría y depende de sí mismo, igual que lo hacía cuando las matemáticas le daban el trono al Andorra, que como es de Piqué “no molesta”. La realidad de Algeciras va más allá de una colección de errores arbitrales. Que te jodan los árbitros une mucho. En aquel día del Osasuna con Figueroa Vázquez terminaron de darse la mano los abonados rurales y los motopapis. Hace falta estar arriba para contemplar lo difícil que es la escalada. Cuantos más sherpas haya en el camino, más fácil será este. El árbitro no es más que simple utilería.

Al míster le sirve todo, pero solo cara al público. En su seno sabe lo que tiene y lo que realmente le ayudará a acabar como líder. Tiene mérito porque sigue jugando con la alineación y busca incentivos, pero a veces vale más apuntalar y sacar ventaja que dársela al rival. En Algeciras se pudo terminar de matar el campeonato, viaje a Andorra mediante. La primera parte fue un escándalo del Alba. La segunda, simplemente, el Alba.

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