Cuando las arañas se unen, pueden atar a un león (Proverbio)
Si alguna conclusión positiva podemos extraer del suceso del municipio malagueño de Totalán es que el coraje y la solidaridad, además de la fe, mueve montañas. Lo hemos visto, paso a paso, desde la inicial llamada de auxilio, desde la llegada del primer grupo de rescate, hasta la última incorporación de ingenieros, bomberos, conductores de maquinaria, mineros, operarios, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, TEDAX, voluntarios, y el respaldo de unos vecinos que han sentido la caída del niño Julen al pozo, como si fuera la de su propio hijo. El remate final, la bandera de Asturias, la de Andalucía, y la de España, unidos por un mismo objetivo, y una misma emoción, la de recuperar un cuerpo que se había tragado la tierra.
El despliegue de personal y material -verdaderamente sobrecogedor- y del que no existían precedentes en nuestro entorno, ha puesto de relieve la evidencia de que España es un país con recursos y medios para afrontar una emergencia de cariz humanitario en tiempo récord -por mucho que 13 días nos hayan parecido una eternidad-, con un operativo de medios que nos confirman como una nación desarrollada, del primer mundo, donde además de la voluntad de las gentes, es preciso tener un capital humano bien formado, bien entrenado, y presto ante cualquier circunstancia adversa y contra el reloj.
Esta España nuestra, de la que algunas regiones se quieren marchar hacia no se sabe bien dónde, merece mirar con orgullo al frente, convergiendo con Europa, y siendo conscientes, claro, de que los recursos siempre son limitados, pero que gozamos de unos niveles de protección social que no tienen ni mucho menos todos los países del mundo, y fortalecer así los lazos interterritoriales para hacer de las Comunidades Autónomas una sola fuerza homogénea (fiscal, administrativa, educativa, sanitaria, etc), dentro de la pluralidad, que haga más grande la estructura política, económica y de bienestar social que nos hemos dado entre todos. Y que el gran reto de nuestro tiempo es hacerlo duradero en el tiempo y mejorarlo, incluso, en las próximas décadas.
En este sentido, todos estamos pagando de alguna manera el error de dejar abierto el melón de la transferencia de competencias del Estado hacia las regiones, en un modelo que no terminó de cuadrar la Constitución del 78 o, si lo hizo, no fue con la suficiente claridad en aras del preciado consenso, y de dar satisfacción a los que siempre se han considerado con más derechos que otros, por pertenecer a nacionalidades históricas, o, incluso naciones. Pero todo ello no ha sido óbice para reconocer que en los últimos cuarenta años, y pese a los problemas graves de toda índole, incluido el terrorismo, y de las grandes crisis, España ha alcanzado las mayores cotas de progreso social y económico de su historia moderna.
Totalán ha sido un ejemplo de superación, de trabajo y de coherencia entre los distintos estamentos locales, autonómicos y nacionales, pero ha sido el ejemplo de que el factor humano no entiende de fronteras. Ha sido el paradigma de que la hermandad en un país con recursos puede mover una montaña en poco tiempo. No han podido rescatar al pequeño Julen con vida, porque hubiera sido un milagro, pero no dejemos que este esfuerzo titánico de hombres y mujeres, de un país, este sentimiento de todos a una, se diluya con el paso de los días, y demos el valor que tiene a lo que hemos conseguido para perseverar en el esfuerzo. Entre todos, hagamos sostenible España. Ese es el reto.
ADOLFO JMF