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Banderas XXL

Hace unos días, en la Comisión Informativa de Hacienda del Ayuntamiento de Albacete, se estudió el expediente relativo a la tramitación del préstamo bancario, destinado a financiar las inversiones previstas en el presupuesto de gastos de este año. Obras de accesibilidad en calles y plazas, mejora de firmes y acerados, construcción de nuevos edificios, adquisición de terrenos o reposición de mobiliario y enseres, son los epígrafes habituales que componen este tipo de expedientes. Hasta aquí todo normal y dentro de la lógica. Lo llamativo viene, cuando se observa que entre los bienes a adquirir, figura una bandera de España al módico precio de siete mil euros, y eso que estaba rebajada, porque las previsiones iniciales se iban hasta los veintiún mil euros, céntimo arriba, céntimo abajo. Debe ser que a esta le han suprimido los extras, no tiene brocados en oro y plata y la pasamanería es de andar por casa.

 

Todo viene de una moción presentada por el grupo municipal de Ciudadanos en Agosto del año pasado. Con esta propuesta, los de Rivera en Albacete pretendían rendir un homenaje a la Democracia, esgrimiendo para ello el argumento que, cito literalmente a continuación: «la Democracia española es el resultado del esfuerzo de la ciudadanía y la clase política españolas, un ejercicio de madurez y responsabilidad que ha supuesto la transformación más positiva de nuestra historia en todos los ámbitos: social, económico, político, cultural y educativo. El Ayuntamiento de Albacete debería sumarse a este homenaje permanente mediante el símbolo que mejor representa la unión de todos los españoles: la bandera de España» y como esta moción sí que fue del gusto de nuestro querido alcalde, pues nada, siete mil de ala para una bandera talla XXL, que ondeará en la punta del parque y que, por su tamaño, igual hasta dará sombra a la escultura de Arturo Martínez titulada “El Ejecutivo”, que anda por aquellos lares.

 

Es cierto que la enseña nacional representa a un país e indica su nacionalidad, además de ser uno de los símbolos más importantes de representación del propio Estado y de su gobierno, pero ni es el único, ni es el mejor, por lo que no comparto la afirmación de que la bandera es el símbolo que mejor representa la unión de todos los españoles.

 

Los monárquicos aseguran que la figura del Rey es quien mejor puede representar la unión de todos los españoles, ya que es la forma política del estado español que recoge la Constitución.

 

Los hay quienes estiman que es el castellano, como lengua oficial del Estado, lo que unos une con mayor fiabilidad.

 

Los más populistas se decantan por el pueblo español, como concepto, y afirman que es lo que nos puede unir en torno a lo que simboliza, ya que es precisamente en el pueblo español, donde reside la soberanía nacional y del que emanan los poderes del Estado.

 

Y por último, estamos los que pensamos que lo que mejor puede representar la unión de todos los españoles y españolas es precisamente nuestra Constitución, que es, además, donde se recogen todos los otros símbolos enunciados en los párrafos anteriores.

 

No seré yo quien ponga pegas, ni le quite un ápice de importancia a las iniciativas de cualquier partido político con representación institucional, que tiendan a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía, a defender determinados posicionamientos políticos sobre este o aquel asunto, o a solicitar que el Pleno tome conciencia de los problemas que nos asolan como sociedad, pero permíteme, querido lector, que disienta de la importancia de instalar una bandera de considerables proporciones en un determinado lugar de la ciudad, como homenaje a la democracia. ¡Anda y que no hay formas de homenajear a la democracia!, pero es lo que tienen los partidos autodenominados como “nuevos”, que cada día descubren algo novedoso y se piensan que lo han inventado ellos.

 

Y es que con Ciudadanos llueve sobre mojado. Estamos asistiendo, con la excusa de la bandera, al enésimo acto de oportunismo político, un oportunismo que es diametralmente opuesto a su ideología, que aún está por descubrir. Y ejemplos, como las meigas, haberlos haylos.

 

Tal y como yo lo veo, nos encontramos ante un partido político, donde son las noticias del telediario las que marcan su estrategia política y definen sus propuestas. Da igual que ayer se renegase de lo que hoy se propone y se defiende a ultranza. Las encuestas del CIS le sirven de veleta y orientan su discurso hacia donde señala la tendencia del momento, y así van, sumando adeptos a golpe de casting y creciendo exponencialmente bajo la protección de los medios de comunicación, que hasta ahora no osan, salvo rarísimas excepciones, enturbiar la inmaculada figura de su líder. Un líder que  por su forma de actuar, parece haber olvidado que se puede cabalgar enhiesto sobre la espuma de mar, pero que una mala racha de viento te puede llevar a desvanecerse como si no hubieras existido, que es lo que le ocurrió a la extinta UCD y más recientemente a UpyD, partido este último del que se nutrió, en un principio, la formación naranja, y del que parece no haber aprendido que cuando no se disfruta de una base social amplia y fiel que respalde a la cúpula, el tortazo puede ser monumental.

 

A la contra es fácil aunar voluntades, apuntarse a caballo ganador es más fácil aún, las dificultades vienen cuando las caretas se van cayendo y sale a relucir el lobo o el cordero que todos llevamos dentro, y eso es lo que está ocurriendo en el seno de Ciudadanos, por mucho que la efigie de Rivera intente tapar todo lo demás,

 

En el Partido Popular están que trinan porque les ha salido un duro competidor en patrimonializar las enseñas del Estado, hasta ahora casi de su uso exclusivo y están asistiendo atónitos al auge de quienes hasta hace poco consideraban como sus hermanos pequeños o primos lejanos, en el mejor de los casos, pero que ahora se les han subido a las barbas utilizando sus mismos argumentos, ya que de un tiempo a esta parte Rivera y los suyos están empeñados en ser o aparentar ser, más españoles que nadie, en ser o aparentar ser, más liberales que nadie o en ser o aparentar ser, mejores gestores que nadie. Y en esas estamos.

 

Como no espabilemos, puede ser que tras las próximas elecciones generales cambiemos de gobierno, pero seguiremos gobernados por la derecha, da igual del color que sea, naranja o azul, desgraciadamente las políticas seguirán siendo las mismas. ¿Verdad que no lo vamos a permitir? Los encantadores de serpientes ya tienen su hueco en la India.

           

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