0 comments

A Manolo Aguilar, in memoriam

Alberto Cortez, en 1989, publicó uno de sus éxitos más sonados: ‘Cuando un amigo se va’, esa canción que comienza con… “Cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo” y que todos hemos tarareado en alguna ocasión. Y fue, precisamente, esa canción la que me vino a la cabeza el pasado lunes, cuando me enteré del fallecimiento de Manolo Aguilar, ese hombre de aspecto bonachón, siempre bien humorado, aunque como todos también tenía su genio, dispuesto a echar una mano a quien se lo pidiera, comprometido con su partido, con mi partido, el Partido Socialista Obrero Español, comprometido con su tierra, con mi tierra, con Albacete y sus gentes, a las que nunca olvidó y de las que siempre se ocupó, aunque tuviese su residencia fijada en Madrid.

Con Manolo me encontré a principios de los años 80 en el Paseo de la Cuba, cuando el INSERSO era tan solo una amalgama de letras que muy pocos sabían lo que significaban, en la tercera planta y con buenas vistas al Parque Lineal. Manolo oficiaba sus artes de psicólogo a los discapacitados de la época primero, para pasar a ser subdirector provincial después, mientras yo trataba de buscar acomodo presupuestario a las facturas que nos llegaban de los centros de mayores que por entonces había en la provincia.

Si primero fue la profesión, la política vino a continuación. Siendo Manolo Secretario General Provincial, tuvo a bien proponerme para formar parte de la candidatura a las elecciones municipales de 1983, concretamente en el número 22 de una lista de 27, y casualidades de la vida, porque tampoco era yo la primera opción, azares del destino, una muy buena dosis de respaldo popular y el Boletín Oficial del Estado, hizo que la lista que encabezaba José Jerez, corriera como una liebre y poco meses después de las elecciones tomé posesión como Concejal del Ayuntamiento de Albacete por primera vez, comenzando así, de rebote y casi por casualidad una actividad que se me metió en las entrañas a las primeras de cambio, y a la que he dedicado cada minuto de mi vida durante los últimos dieciséis años,

Manolo ha sido unos de los políticos con mayor trayectoria de nuestra provincia, secretario general provincial del PSOE en dos periodos, de tres y cuatro años, concejal del Ayuntamiento de Albacete, consejero de Sanidad del Gobierno Regional con Pepe Bono, diputado y senador por la provincia de Albacete, donde fue portavoz adjunto del Grupo Socialista, secretario primero de la Cámara y vicepresidente segundo, adjunto al Defensor del Pueblo y subdirector técnico del Departamento Segundo de la Sección de Fiscalización del Tribunal de Cuentas.

Manolo siempre fue una persona muy preocupada por el bienestar de los demás, al que su trabajo en el campo de los servicios sociales le venía como anillo al dedo y que le llevó a ser ponente de varias leyes de marcado corte social, como la Ley sobre concesión de un crédito extraordinario para financiar las prestaciones económicas no contributivas del Sistema de Seguridad Social, o la Ley de Pensiones No Contributivas y Ley sobre Medidas Fiscales, Administrativas y de Orden Social, además de nueve Leyes de Presupuestos Generales del Estado.

Como se puede apreciar, Manolo tuvo una vida parlamentaria muy activa, tremendamente productiva y que contribuyó a que muchos españoles y españolas pudieran acceder al sistema público de pensiones a pesar de no haber podido cotizar en su momento. No hay duda de que Manolo, junto a su inseparable Alejandro Cercas, practicaba mucho más la justicia social que la estabilidad presupuestaria, por eso no es de extrañar que, siendo fiel a sus principios y a su vocación, como adjunto segundo al Defensor del Pueblo, también se dedicase al área social de la Institución. Vamos, una vida profesional y política dedicada a los demás y a su bienestar.

Manolo era una persona conciliadora por excelencia y hasta me atrevería a decir que por convicción, que lo pasó muy mal entre 1999 y 2000 por el dichoso trazado del AVE, pero que gracias a su mano izquierda y a su buen hacer, consiguió que lo que pudo haber sido un tsunami para el socialismo albaceteño, se quedase solo en una marejada, aunque se llevase por delante a compañeros muy queridos y muy respetados por todos, y bien que lo sintió él en primer lugar y los demás a continuación.

Manolo, a pesar de vivir en Madrid durante los últimos años, nunca se desligó de Albacete, estaba pendiente de lo que pasaba en Pedro Coca y de lo que se cocía en su ciudad, casi nunca se perdió una Feria, cualquier motivo era bueno para acercarse a ver a los amigos y a echarse unas risas y no dudaba en venir cuando se le reclamaba para cualquier cosa, por peregrina que esta fuera.

Manolo era así y por eso le queremos. Siempre estará presente en la memoria colectiva de los socialistas que le recordaremos con una sonrisa en los labios y una rosa roja en el corazón.

Manolo, descansa en paz amigo.

 

Adblock Detectado

Por favor, ayúdenos desactivando la extensión AdBlocker de su navegador para nuestro sitio web.